Charlotte
"Nunca sonreiré tanto como para que se vea”
“Nací en la década de los 60 y en aquella época las caries se obturaban con amalgama. Si la obturación se caía, se volvía a realizar, y así una y otra vez. En mi caso, al final no hubo más remedio que realizar una endodoncia. Cinco o seis años después, el diente fracasó definitivamente y mi dentista tuvo que extraerlo".
Como el diente estaba situado en la parte posterior de la boca de Charlotte (para ser precisos, era el diente número 5), en aquel momento no pensó que su pérdida fuera una catástrofe. Charlotte es una persona muy sociable y con mucha confianza en sí misma. En su juventud, fue corredora de élite y el entrenamiento sigue formando parte de su rutina habitual. No obstante, su trabajo como coordinadora de mercado exige muchas relaciones sociales, lo que significa que su aspecto debe ser impecable y su talante extrovertido.
“Al principio pensé que nunca se vería. Luego, empecé a dudar; ¿debería conformarme, a los 48 años, con tener un diente menos en el maxilar inferior? Fue una lucha interior en la que la vanidad y la confianza en mí misma resultaron ganadoras”.
Un amigo íntimo de Charlotte le aconsejó que se pusiera un implante dental, una opción que ella ya conocía. Por supuesto, el implante costaría un poco más, pero duraría toda la vida. Además, es maravilloso no sentirte acomplejada cada vez que abres la boca.
“El procedimiento fue sencillo y rápido, sin ningún drama. No tenía ninguna duda sobre la competencia de los especialistas; el tratamiento que recibí me inspiraba total confianza y me resultó cómodo. No dudaría en hacerlo de nuevo. Actualmente, ni siquiera me acuerdo que tengo un implante. Así de natural es”.