Peter
“¡Nadie nota la diferencia!”
“Me olvido de que llevo un implante dental en un incisivo”, comenta Peter Hjelm, piloto de una aerolínea de vuelos chárter. “Y me gusta que sea así”.
“Mi hermano y yo practicábamos deportes sobre hielo cuando éramos adolescentes”, explica Peter. “Algunas veces, el juego resultaba un tanto duro y, en una ocasión, el patín de mi hermano me golpeó un incisivo. Está claro que no fue una experiencia agradable. El resultado fue un diente dañado, con un tratamiento de conductos, ya que el nervio resultó afectado. Todo funcionó bien durante varios años, hasta que un día mordí una manzana y, ¡la raíz se partió! Lo peor es que ya no tenía una buena base para colocar un nuevo diente.
Mejor que las soluciones temporales
Después de consultar al dentista, me di cuenta de que un implante dental era ideal. Sin embargo, antes de que pudieran colocarlo, era necesario extraer el resto de la raíz dañada y dejar que el maxilar cicatrizara. Me colocaron una prótesis temporal que podía extraer yo mismo. El maxilar aún no podía recibir cargas, por lo que la solución temporal sólo era una solución estética. De hecho, cuando no trabajaba ni siquiera, me lo colocaba. Pero cuando lo usaba, me daba cuenta de que realmente me faltaba el diente. Me volví más reservado y no solía reír tanto como antes.
Unos meses más tarde, estaba listo para la cirugía del implante. Todo salió bien y durante su colocación, no sentí casi nada. En realidad, fue mucho más cómodo que el tratamiento que me realizaron en el diente dañado. Ahora, siempre me olvido de que tengo un implante dental. Se siente y parece exactamente igual que un diente natural”. “¡Nadie nota la diferencia!”