Britt-Lis
“¡Es maravilloso!”
“Cuando me colocaron los implantes dentales mi vida cambió completamente”, comenta Britt-Lis Nilsson. “Ahora no tengo que preocuparme de que se me caigan los dientes y puedo volver a comer todas mis comidas favoritas nuevamente. Fue algo muy importante para mí”.
“Siempre tuve problemas dentales y con los años me realizaron innumerables empastes, tratamientos de conductos radiculares y puentes”, explica Britt-Lis. “Pero, poco a poco, los dos dientes que sostenían los puentes y las endodoncias comenzaron a fracasar. Finalmente, terminé con dentaduras en el maxilar superior e inferior. Con la dentadura superior no tuve inconvenientes, pero la inferior era un desastre, siempre estaba suelta y se movía, esto me hacía sentir insegura. Ni siquiera podía comer bien.
Entonces el dentista me habló de los implantes, me explicó que eran una solución fija y que funcionaban como los dientes naturales. Fue una elección fácil.
Anestesia local
Desde pequeña, le tuve miedo al dentista. El procedimiento se realizó con anestesia local y, para mi sorpresa, ¡no fue para nada molesto! Me cuidaron muy bien y no tenía nada de qué preocuparme. Después me recetaron calmantes, pero realmente no creo que los necesitara. A decir verdad, los tratamientos de conductos radiculares fueron muchísimo más traumáticos que la colocación de los implantes dentales.
Me llevó un par de días acostumbrarme a mis dientes nuevos, después de todo, ¡había estado tanto tiempo sin dientes! El día que me los pusieron salí a cenar con mis dos hijos para celebrarlo. Por primera vez en años pude disfrutar de la comida y de la compañía sin tener que preocuparme por mis dientes”.